Somos muchas las personas que nos preguntamos: ¿cómo puedo aportar mi granito de arena? ¿Cómo puedo yo, con mis propios recursos, contribuir a ese cambio global? Pues bien, dejemos un momento a un lado el discurso de la necesidad de cambio del sistema político y económico y centrémonos en lo cercano, en lo cotidiano, en lo que tenemos más a mano: como verás, la respuesta puede estar también en los detalles, en las pequeñas cosas, en el día a día... ¡incluso en nuestro propio vecindario!
Es muy probable que cerca de tu casa, del trabajo, de la guardería de los peques o el colegio de tus hijos haya alguna tienda solidaria, algún establecimiento que trate de cambiar las reglas de los grandes circuitos comerciales por principios éticos y solidarios. Y es que, si tuviéramos que resumir en una sola frase el objetivo de las tiendas solidarias, cambiar el mundo desde lo que consumimos a diario sería una fórmula bastante precisa y acertada.
Pero no nos quedemos con un simple titular; adentrémonos en ellas y descubramos, en un breve paseo de dos minutos, qué paisaje nos ofrecen los caminos del comercio solidario.
Tiendas solidarias: el gran poder de los pequeños gestos
Las tiendas solidarias son la punta del iceberg, la cara visible de una extensa red de comercio solidario que traspasa fronteras en todos los sentidos. Así es, cruzar fronteras y recortar distancias entre personas de todos los lugares y condiciones es uno de los propósitos fundamentales de estas redes solidarias. ¿Cómo lo hacen?
Una de las claves que nos ayuda a comprender mejor el papel que juega el comercio solidario en lo que, de un modo general (y a menudo poco concreto) llamamos «cambiar el mundo» es la idea del consumo responsable, algo muy presente en la mente de cualquiera que tenga a su cargo a otras personas, ¿verdad? Comprar alimentos sanos, mantener un equilibrio en las cuentas domésticas, evitar gastos superfluos para que todos los miembros de la familia tengan sus necesidades cubiertas y disfruten por igual de las mismas oportunidades... en resumen, diríamos que consumir responsablemente es procurar por el bien general de los nuestros y de la sociedad en la que vivimos.
No hacen falta grandes gestas ni protagonizar hazañas épicas (nuestro día a día ya es lo bastante «épico» en muchos aspectos...) para ser responsables con lo que consumimos. En este principio se asientan las bases de las tiendas solidarias, que nos invitan a ampliar nuestras miras considerando al mundo en su conjunto como «lo nuestro», como eso por lo que hay que velar con pequeños gestos diarios, desde el mismo momento de hacer la lista de la compra hasta la elección de la tienda en la que habitualmente compramos.
¿Por qué una tienda solidaria?
Los motivos principales por los que elegimos una tienda antes que otra suelen ser, básicamente, tres, aunque ordenados y combinados entre sí de un modo distinto según nuestras propias preferencias y necesidades: precio, calidad y variedad. No hace falta que una tienda sea la más barata, ni tampoco la más surtida si, por ejemplo, nos ofrece un buen servicio y nos satisface la calidad de sus productos.
Si a todo ello le añadimos un cuarto factor, el de la responsabilidad, ya tenemos el primer porqué para comprar en comercios solidarios.
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